Las Cactaceae son una familia de plantas suculentas conocida popularmente como cactus o cactos.
Originarias casi en su totalidad de América, han conseguido colonizar muchas partes áridas del resto del mundo y por su resistencia y facilidad de cultivo, son plantas habituales en nuestros hogares y entornos próximos.
Aunque de aspecto similar a las plantas crasas, no son 'parientes' cercanos de estas, pero tienen en común ser suculentas pues almacenan agua en sus tejidos.
La característica principal de los cactus son sus espinas, que sustituyen a las hojas de la planta.
De esta forma impiden la evaporación del agua que almacenan en su interior y así soportar las sequías.
Las diferentes formas y disposiciones de las espinas entorno a sus cuerpos les dan sus llamativos y variados aspectos.
Entre las múltiples formas que adoptan los cactus, algunas de ellas muy caprichosas y poco frecuentes, podemos dividir su forma de crecer en tres tipos básicos.
Los hay de foma de lóbulos o raquetas como las chumberas, los de tallos quasi cilíndricos que engrosan y aumentan de altura como los cactus del desierto, de globos que se ensanchan y cogen volumen, los famosos 'asientos de la suegra'.
Habitualmente se piensa en los cactus como en plantas de lento crecimiento, y aunque en su mayoría es así, hay familias que tienen periodos de crecimiento muy rápido como los nopales.
Como curiosidad, los cactus realizan el consumo de dióxido de carbono durante la noche, al contrario que el resto de las plantas.
La floración de los cactus es de gran belleza pero resulta efímera pues hay especies en las que esta dura un solo día.
Otras de mayor duración se abren y cierran conforme la luz que reciben o incluso florecen solo de noche.
Tambien las hay como la Schlumbergera o Cactus de Navidad cuya floración se asocia a la época navideña del año.
El cuidado del cactus es muy, muy sencillo.
Por su origen casi desértico, requieren zonas muy luminosas y preferiblemante soleadas.
Cuando les falla la luz comienzan a estirarse buscando esta en un fenómeno conocido como ahilamiento.
Por el mismo motivo de su origen requieren muy, muy poca agua y toleran mejor la sequía que el exceso de humedad en su suelo. Esta puede provocar la aparición de hongos que acaben consumiendo y pudriendo sus raices.
Son capaces de soportar el frío y los cambios bruscos de temperatura e incluso alguna helada si esta es débil, aunque no es aconsejable plantarlos en entornos muy fríos sin cubierta que los proteja. Hay que tener en cuenta que al ser suculentas tienen almacenada agua en sus tejidos y por lo tanto una fuerte helada los congelaría y destruiría.
Seguro que quieres tener más de uno en casa!
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